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HAY QUE VERLO! SOBRE UNA PELI ANIMADA PROHIBIDA PARA NIÑOS

 https://youtu.be/Udhtd_Zohd0?si=Fe6eG5Ph-nw6vf5v




Youtube me arrojó esta sugerencia.  Es una película de horror animada.  Es decir, es una película sobre la guerra.  El director es un artística gráfico español  que viene de publicar múltiples novelas gráficas. Acude a una ironía extrema al contarnos una historia rosa —la de los ositos dulces y la de los tímidos unicornios que viven en el bosque— y nos enfrenta al papel que juega el discurso religioso y de la causa justa para apurar la experiencia que viven los soldados por una causa que, probablemente, no les pertenezca.

Sin afán de hablar de galardones o de referencias culteranas, hay que decir que hay acá un tema universal que lo mismo podemos relacionar el tema con el genocidio palestino que con la guerra civil española. De hecho acudimos a la involución de un osito hermoso hacia un elemento desfigurado y cruel, cuya criminalidad y asignación de rol de héroe —el cual recibe como galardón de parte de las autoridades, nos hace revocar al maldito José Millan Astray, fundador de la Legión Española.

Mitos como comer la carne del último unicornio acaso hacen un paralelismo con rituales religiosos que nos parecen empoderantes, purificadores pero están llenas de violencia como aquella costumbre españóla de lanzar una cabra viva desde la altura de un  campanario. Ni se diga aquello de la tierra prometida y de los talismanes más otros relatos que procuran convencer a los soldados de estar de parte del lado correcto de la historia y de no ser simples criminales, cuya razón y sentido humano les ha sido cercenado de cuajo. Las relaciones fraternas del protagonista también son un continuo estado de guerra pues vamos fluctuando entre el hijo perfecto —el protagonista Azulín— y su hermano, Gordín que ha derivado en un oso físicamente mediocre a causa de la ansiedad.

En fin, Unicornio Wars parece infantil, pero no es para niños. Es más, ni siquiera es una broma de adultos, sino la afrenta sobre el rostro que Occidente merece luego de frivolizar la guerra hasta convertirla en espectáculo e industria.

No existirán los peluchitos asesinos, pero ¿cuántos estadistas son peores que este relato?

Incontables porque el poder instrumentaliza al hombre para saciar ambiciones.  A partir de ahí, confabularse con un dios contaminado es cosa de que la cultura —la que también suele prostituirse— se ponga al lado de los bulos y de los milagros de conveniencia.


De estos días

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