COMENTANDO... No hay duda de que los medios de comunicación dan línea editorial. Para ello consagran como oráculos a voces conservadores, tristonas, acríticas, místicas y demagógicas.
Hoy pasó lo mismo. El señor en cuestión —omitiré su nombre porque hay muchos como él— es una vaca sagrada genérica que habla con frases prefas, pensadas como slogans del sistema. Acude a lugares comunes como el orgullo de ser costarricense y pensar en el futuro, obviando lo anterior.
Voces así nos tienen dopados y tontos. ¿Quién va a pensar un país desde el lugar común? Bueno, resulta que personajes así escriben también los manuales de historia y otros catecismos para generar ciudadanos de bien, bípedos castrados pero no allá abajo (lo cual puede ser grave, pero no tanto) sino encima de los hombros, donde se piensa el camino y se construyen horizontes.
Por eso leer es mejor que escuchar a estos burguesillos que, tras los lentes gruesos, no sostienen sustancia: es pose y gestualidad hueca, como una ocarina (aunque la ocarina sí sepa ser dulce).
Y al leer, ser como un ciego, tantear cada palabra, dar cada paso con limitada certidumbre y en permanente sospecha porque, ya se sabe, bienaventurados son los vivazos que transan con el sistema y procuran sumarte al coro de artificios que nutren las injusticias.
¿Y a ese engendro de las avaricias cruzadas llamamos patria?
Yo no: si mi patria no incluye a las personas, es simplemente una cuenta corriente que firma el patrono.